Fue realmente interesante realizar un paseo durante la mañana de este soleado domingo, por los stands habilitados por el Ayuntamiento de Oropesa del Mar para exhibir una extensa gama de productos artesanales; desde gastronomía, forja, cerámica, cuero, bisutería manual, trabajo en estaño, costura, mantones de Manila y yo no se cuantos "oficios" mas mostrados muchos de ellos por sus propios autores, alguno de los cuales confeccionaba una muestra de ellos ante el público que les visitaba.
La calidad y el rigor fue la nota predominante. El CIM de Oropesa colaboró con el Certamen a través de sus usuarios, aportando una muestra excelente del fruto de sus talleres de manualidades, ocupando varios stands que por su nivel atraían a buena parte de los visitantes, entre los que me encontraba yo, impresionados por el alto grado de sus resultados.
Animaron la muestra un "pasacalle" de ocas muy bien enseñadas que en grupo recorrían bajo el control de su propietario el recinto al igual que unos bonitos poneys que permitían a los niños montar en ellos bien directamente o sobre un carrito de caballos en miniatura. Había que ver sus ojos para interpretar la emoción de su monta.
Todo tenía su aquel, pero lo que más me llamó la atención fue la muestra de material escolar de los años 40, pupitres de madera, aquellos viejos mapas de pared sobre los que se señalaba con largos punteros de madera, cuadernos de caligrafía, libros de texto propios de la época, gomas de borrar, lápices, secantes, tinteros, tinta y plumas, pizarras, minipizarras a modo de precursoras "tablets" actuales, orlas, diplomas, y un sinfín de muestras de algo que quedó tan atrás en el recuerdo y que a través suyo me permitieron evocar un pellizco del pasado.